iossublime 命令行启动动instrucments没有

1020人阅读
athrun的InstrumentDriver源码阅读笔记
athrun是淘宝的开源测试项目,InstrumentDriver是ios端的实现,之前在公司项目中用过这个框架,没有深入了解,现在回来记录下。
官方介绍:
优点:这个框架是对UIAutomation的java实现,在代码提示、用例维护方面比UIAutomation强多了,借junit4的光,我们可以通过junit4的@Parameters或者Feed4junit实现数据驱动,非常适合生产环境。
缺点:木有了UIAutomation的录制功能。
总体来说,InstrumentDriver的优点大于缺点吧。不过现在有了个很棒的测试框架叫appium,支持多种语言编写脚本,能够测试android、ios等平台,录制功能很强大。我知道的appium的缺点主要是android端中文输入很坑,解决方案也不尽如人意,ios端稳定性一般,总体还不错,有机会介绍给大家。不好意思,这里跑题了哈。
开始正文~~~
这里引一张官方的框架图把
1.InstrumentDriver
MySocket:pc端的Socket服务,建立监听并响应UIAutomation脚本发过来的socket请求。是pc和UIAutomation测试脚本通信的基础,所有元素的操作都会翻译成js脚本,通过Socket连接传送给UIAutomation。
UIAElement:除了UIATarget、UIApplication以外所有控件元素的基类,封装了findElement、printElementsTree、images、buttons等各种控件的属性和方法,大多数的函数都是通过拼接js脚本然后调用MySocket执行。
InstrumentDriverTestCase 所有测试类的基类,封装pc端用例执行的一系列流程,写用例时只需要继承InstrumentDriverTestCase类,然后直接写testcase就行了。
@BeforeClass:环境准备,把JSLib文件部署到工作目录,设置工作目录权限
@Before:a.清理instruments进程,删除临时文件。b.启动serverSocket监听。c.启动instrucments。
@After:a.给客户端发送停止命令。b.服务端停止监听。c.停止instrucments进程
common.js:UIAutomation脚本,简单封装了脚本运行框架。它初始化了taiget,app,win,host等常用对象,并定义了元素查找、打印等常用方法,是CSRunner.js运行的基础。
CSRunner.js:UIAutomation脚本主体,循环的向serverSocket获取命令,根据命令的类型执行命令,然后返回结果。
runTests.sh:通过脚本调用instruments,执行UIAutomation脚本,应该在serverSocket监听启动之后执行
TcpSocket.sh:shell命令实现的socket客户端,主要功能就是一次客户端的socket的请求,在js中通过host.perfoemTaskWithPathArgumentsTimeout(脚本名,参数数组,超时时间)函数调用。
3.辅助类:
Config:从配置文件中读取参数
DriverUtil:从配置文件中读取参数
ResourceManager:用于部署运行环境
开始举例子了:
一个用例的执行过程(跟上变重复了):
1.环境准备,把JSLib文件部署到工作目录,初始化Instruments的工作目录。这个过程只在第一次用例执行前执行一次
2.初始化MySocket的监听,并启动instrucments,用例准备过程结束
3.开始执行用例,每一条函数的运行过程后边细说
4.a.MySocket给客户端发送停止命令。b.服务端停止监听。c.停止instrucments进程
下一个用例执行时只需要重复2、3、4的过程了
一条命令的执行过程:
以win.findElementByText(&input”,0,UIATextField.class) .sendKeys(&dfdfd&) 为例
1.findElementByText方法拼接js脚本:script = findElements('')~~~并传递给MySocket.getText()方法
2.MySocket从连接队列中取出一条连接,发送脚本信息
3.TcpSocket.sh获取脚本数据,调用common.js中定义的findElements方法,并通过json的方式把数据返回给TcpSocket
4.findElementByText函数把获取的json函数转换为java对象返回来。
5.sendKeys(&dfdfd”)是另一个命令了,重复执行1-4的过程。
参考知识库
* 以上用户言论只代表其个人观点,不代表CSDN网站的观点或立场
访问:21520次
排名:千里之外
原创:12篇
转载:17篇
(1)(1)(4)(2)(4)(6)(3)(7)(1)(1)(1)On-line version ISSN
Rev. signos vol.47 no.85 Valparaíso Aug. 2014
http://dx.doi.org/10.-00001
ART&ICULOS
Argumentaci&n y estandarizaci&n ling&&stica: Creencias normativas en el 'Diccionario de chilenismos' (1875) de Zorobabel Rodr&guez
Argumentation and linguistic standardization: Normative beliefs in Zorobabel Rodr&guez's Diccionario de chilenismos (1875)
Tania Avil&s
Universidad de Chile, Chile
Dar&o Rojas
Universidad de Chile, Chile
Resumen: En el presente estudio, enmarcado en la historiograf&a de las ideolog&as ling&&sticas, describimos cu&les eran las creencias que funcionaban como criterios normativos para la estandarizaci&n ling&&stica en el Chile de fines del siglo XIX, tal como se encuentran representadas en el 'Diccionario de chilenismos' (1875) del abogado y pol&tico chileno Zorobabel Rodr&guez. Efectuamos esta descripci&n a trav&s del an&lisis del discurso argumentativo contenido en una muestra de entradas del diccionario, a las cuales aplicamos el modelo de an&lisis de Toulmin. Mediante este an&lisis, de enfoque cualitativo, identificamos conclusiones, datos y garant&as, y consideramos estas &ltimas como reveladoras de las creencias normativas de Rodr&guez. Encontramos siete creencias normativas en la muestra, que revelan un modelo ideal de lengua espa&ola congruente con la ideolog&a monogl&sica y compatible con las ideas ling&&sticas racionalistas y propeninsulares de los unionistas chilenos.
Palabras Clave: Historiograf&a ling&&stica, ideolog&as ling&&sticas, estandarizaci&n ling&&stica, argumentaci&n, diccionarios de provincialismos.
Abstract: This study, framed in the historiography of language ideologies, describes the beliefs that worked as the normative criteria in linguistic standardization during late 19th century in Chile, as observed in the Diccionario de chilenismos (1875) written by the Chilean lawyer and politician Zorobabel Rodr&guez. To achieve this, we used Toulmin's analytic model to analyze the argumentative discourse from a sample of entries from this dictionary. Using qualitative analysis, we identified claims, data, and warrants. We considered warrants as revealing of Rodr&guez's normative beliefs. We found seven beliefs in our sample, which show an idea of the Spanish language congruent with the monoglossic language ideology and compatible with the rationalist and pro-Spain linguistic ideas of Chilean unionistas.
Key Words: Linguistic historiography, language ideologies, linguistic standardization, argumentation, dictionaries of provincialisms.
INTRODUCCI&ON
Varios estudios pertenecientes al &mbito de la historia de la lexicograf&a (Matus, 1994; Castillo, 1995; Becerra, Castro & Garrido, 2007; Ch&vez, 2009) han abordado como objeto de an&lisis el 'Diccionario de chilenismos', del abogado y pol&tico cat&lico liberal chileno Zorobabel Rodr&guez (1875). Estos estudiosos han puesto &nfasis en el desajuste que el 'Diccionario de chilenismos' presenta respecto de las t&cnicas lexicogr&ficas modernas, por ejemplo, en la baja formalizaci&n de su microestructura o la subjetividad de sus definiciones, o bien han resaltado su car&cter normativo consider&ndolo como manifestaci&n de su carencia de m&todo cient&fico. Sin embargo, las ideolog&as y actitudes ling&&sticas que aparecen manifestadas en esta obra han concitado solo un inter&s secundario. Por otra parte, cuando este problema ha sido abordado (Matus, 1994; Ch&vez, 2010), solo se han considerado los componentes lexicogr&ficos paratextuales (pr&logos), desaprovechando el abundante discurso contenido en cada una de las entradas o art&culos lexicogr&ficos, donde adem&s se encuentra la "evidencia m&s confiable" para este tipo de investigaciones (Coleman & Ogilvie, 2009: 2). En consecuencia, a&n est& pendiente el estudio exhaustivo de las ideas y actitudes sobre el lenguaje expresadas o implicadas en el 'Diccionario de chilenismos' (1875), as& como en los dem&s diccionarios de este tipo publicados en Chile durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX. El conocimiento de estas ideas y actitudes es importante porque el contexto socioling&&stico-hist&rico de esta obra corresponde a un proceso de estandarizaci&n, en el que el aspecto ideol&gico ocupa un lugar central.
El objetivo del presente estudio es describir, en el marco de la historiograf&a de las ideolog&as ling&&sticas, cu&les son las creencias ling&&sticas normativas que articulan el discurso argumentativo contenido en el diccionario de Rodr&guez. Realizaremos el an&lisis sobre la base de una muestra de entradas lexicogr&ficas que contienen segmentos relativamente extensos de discurso argumentativo, en los que el autor del repertorio sopesa distintas razones para considerar aceptables o inaceptables algunos de los usos que diferenciaban al espa&ol de Chile del espa&ol peninsular. En la l&nea del an&lisis del discurso orientado al contenido, empleado para indagar en modelos culturales del lenguaje (Preston, 2011), usaremos como herramienta el modelo de an&lisis funcional y contextual del discurso argumentativo propuesto por Toulmin (2007). Con la ayuda de esta herramienta, identificaremos las garant&as, correspondientes a las creencias de tipo normativo sobre el idioma, que autorizan el encadenamiento entre los datos y las conclusiones entregadas en cada una de las entradas del diccionario analizadas. A partir de estas creencias, intentaremos reconstruir la ideolog&a ling&&stica que se manifiesta en el texto analizado.
1. Marco conceptual
1.1. Ideolog&as y actitudes ling&&sticas
La orientaci&n te&rica que agrupa a los estudios de ideolog&as ling&&sticas ha mostrado ser una fuente rica en recursos conceptuales y metodol&gicos para aproximarse a la relaci&n entre lenguaje y cultura y ha tenido un desarrollo sostenido y creciente a partir de la d&cada de los 70 (Kroskrity, 2010). Aunque el estudio ling&&stico de las ideolog&as suele asociarse principalmente al an&lisis cr&tico del discurso, esta perspectiva suele concentrarse m&s bien en las ideolog&as en el lenguaje, y no tanto en las ideolog&as sobre el lenguaje, que constituyen nuestro foco de inter&s.
Entendemos por 'ideolog&a ling&&stica' el conjunto de creencias y concepciones acerca del lenguaje, planteadas de manera expl&cita o manifestadas impl&citamente en pr&cticas comunicativas, que sirven a una comunidad para racionalizar el uso ling&&stico y que a menudo responden a sus intereses pol&ticos y econ&micos, sea los de la totalidad de sus miembros o los de grupos sociales determinados (Kroskrity, 2010). Las ideolog&as de este tipo, adem&s, manifiestan la relaci&n mental que, en la percepci&n de los hablantes, el lenguaje tiene con los valores est&ticos, morales y epistemol&gicos de la comunidad (Woolard, 1998). Otros rasgos definitorios de las ideolog&as ling&&sticas son que los miembros de la comunidad pueden tener diversos grados de conciencia de ellas (Kroskity, 2010) y que no necesariamente corresponden a sistemas coherentes de significaci&n, pues pueden manifestarse como fragmentarias e internamente contradictorias (Woolard, 1998), e incluso m&ltiples dentro de un individuo o una comunidad, raz&n por la cual Kroskrity (2010) prefiere hablar de ellas en plural. Adoptamos, en nuestro estudio, una postura 'neutral' o 'ideacional' respecto del estudio de ideolog&as, por oposici&n a las posturas 'cr&ticas' o 'negativas' de inspiraci&n principalmente marxista (Woolard, 1998).
Seg&n Kroskrity (2010), este campo de estudio problematiza simult&neamente la conciencia metaling&&stica de los hablantes y su posici&n evaluativa respecto de su instrumento comunicativo. Al considerar el componente evaluativo, el estudio de las ideolog&as se vincula estrechamente con el de las actitudes ling&&sticas (Garrett, 2010). El concepto de 'actitud' proviene de la sicolog&a social, &mbito en que se define como la "tendencia sicol&gica que se expresa mediante la evaluaci&n de una entidad particular con alg&n grado de aprobaci&n o desaprobaci&n" (Albarrac&n, Zanna, Johnson & Kumkale, 2005: 4). Lo espec&fico de una actitud ling&&stica es que la entidad particular evaluada corresponde a un rasgo ling&&stico o una variedad ling&&stica completa. Usualmente las actitudes son concebidas en t&rminos de una estructura tripartita: creencias (componente cognitivo), emociones (componente afectivo) y conductas (componente conductual) (Bizer, 2004).
El elemento cognitivo de las actitudes constituye el punto de encuentro entre estas y las ideolog&as ling&&sticas. Maio, Olson, Bernard y Luke (2006) se&alan que ideolog&as y actitudes, aunque comparten el car&cter evaluativo y subjetivo, se diferencian por el grado de abstracci&n: mientras que las ideolog&as comprenden sistemas generales de creencias, valores y actitudes, y por lo tanto tienen un mayor grado de abstracci&n, las actitudes suelen estar enfocadas en objetos espec&ficos y de car&cter m&s concreto. Por otra parte, ambos constructos se encuentran interrelacionados, de modo que el nivel m&s abstracto (ideolog&a) influye en el nivel m&s concreto (actitud). Es de esperar, entonces, que distintas ideolog&as ling&&sticas tengan reflejo en distintas actitudes hacia un mismo objeto de tipo ling&&stico.
Entre los desarrollos recientes de los estudios ling&&stico-ideol&gicos se encuentra la historiograf&a de las ideolog&as ling&&sticas (Blommaert, 1999; Kroskrity, 2010), que se ocupa del estudio de c&mo se conforman, reproducen y transforman a lo largo del tiempo estos conjuntos de creencias acerca del lenguaje. Esta corriente de estudios pone &nfasis en el car&cter de 'debates ling&&sticos' que suelen adquirir estos procesos hist&ricos, es decir, debates en los que "el lenguaje es el tema central, un motivo, un objetivo, y en los que las ideolog&as ling&&sticas se forman, enmiendan o refuerzan" (Blommaert, 1999: 1), y que adem&s tienen por marco "determinados periodos hist&ricos y [&] procesos pol&ticos y culturales espec&ficos" (De los Heros, 2012: 24) o, dicho de otro modo, "forman parte de procesos sociopol&ticos m&s generales" (Blommaert, 1999: 2; tambi&n Coupland & Jaworski, 2004).
En consecuencia, el estudio historiogr&fico de las ideolog&as sobre el lenguaje requiere, por un lado, la consideraci&n del discurso argumentativo desarrollado en los textos por analizar, por la importancia que los debates ling&&sticos tienen en su constituci&n hist&rica. Es por esto que hemos escogido una perspectiva de an&lisis centrada en el discurso argumentativo. Por otro lado, requiere la consideraci&n detallada del contexto espec&fico de producci&n de los textos. En el apartado siguiente, examinaremos este contexto, correspondiente al proceso de estandarizaci&n ling&&stica iniciado en gran parte de Hispanoam&rica a lo largo del siglo xix, a ra&z de las Independencias, en el cual los diccionarios de provincialismos, como el de Rodr&guez, cumplieron una funci&n instrumental.
1.2. El contexto de producci&n: Estandarizaci&n y diccionarios de provincialismos en la Hispanoam&rica decimon&nica
La obra de Rodr&guez, publicada en 1875, tiene por contexto de producci&n la consolidaci&n de los procesos pol&ticos e ideol&gicos iniciados a ra&z de las independencias de gran parte de las naciones americanas respecto de la corona espa&ola. En Chile, el proceso de emancipaci&n pol&tica transcurre entre 1810, a&o de la Primera Junta Nacional de Gobierno, y 1823, a&o en que Bernardo O'Higgins abdica del cargo de Director Supremo. Como correlato de este proceso pol&tico, la comunidad hispanohablante chilena, seg&n Matus, Dargham y Samaniego (1992), a fines del siglo XIX ya hab&a entrado en un proceso de estandarizaci&n circunstanciada, es decir, un proceso que comienza a transformar una variedad vern&cula (el espa&ol de Chile) en est&ndar nacional a trav&s de la imposici&n de una norma, bajo la influencia de factores de prestigio no ling&&stico que hicieron del espa&ol local la variedad escogida sin mayor discusi&n frente a eventuales opciones como lenguas ind&genas o extranjeras (Joseph, 1987). Este proceso se caracteriza por hitos como la publicaci&n de obras que se propon&an codificar la lengua espa&ola (como la Gram&tica de Andr&s Bello, de 1847) y la oficializaci&n de la lengua espa&ola en la ense&anza chilena, entre otros. El papel central que las ideolog&as ling&&sticas desempe&an en los procesos de estandarizaci&n es destacado por Inoue (), quien se&ala que el estudio de estos procesos "no tiene tanto que ver con el lenguaje en s& en cuanto funci&n y estructura como con las ideolog&as y hegemon&as ling&&sticas"; es decir, con c&mo ocurre el reconocimiento social de un est&ndar y qu& factores sociales, pol&ticos e hist&ricos hacen posible este proceso. Por otra parte, es reconocido que los procesos de estandarizaci&n ling&&stica forman parte, en el nivel simb&lico, de los procesos de conformaci&n de las naciones modernas (Blommaert, 1999), espec&ficamente, de su 'invenci&n metadiscursiva' (Metzeltin, 2011).
En el clima intelectual de los movimientos independentistas hispanoamericanos, el idioma espa&ol se convirti& en uno de los objetos de reflexi&n m&s significativos para las &lites ilustradas, pues presentaba, simult&nea y conflictivamente, los caracteres de, por un lado, tradici&n heredada de los antiguos dominadores y, por otro, potencial veh&culo ideal y natural para la participaci&n en la vida c&vica de las nuevas naciones y para la difusi&n de las ideas entre sus integrantes. De esta manera, el siglo xix hispanoamericano, especialmente a partir del segundo cuarto del siglo, atestigu& el surgimiento de actitudes diversas hacia la lengua espa&ola. Hab&a quienes, imbuidos de un pensamiento nacionalista, renegaban de todo lo espa&ol que se les hab&a heredado, mientras otros consideraron al espa&ol como s&mbolo identitario e integrador e insistieron en su cultivo institucional a nivel internacional (Lara, 2009a).
En Chile, los intelectuales se adhirieron principalmente bien al grupo que Quesada (2002) denomina 'separatistas', cuyo mejor representante es Domingo Faustino Sarmiento, o bien a los 'unionistas', que segu&an fundamentalmente las ideas de Andr&s Bello. Los 'separatistas' planteaban una escisi&n ling&&stico-ideol&gica respecto de Espa&a, lo que conllevaba valorizar la diferencia idiom&tica con la metr&poli y de esta manera reforzar la autonom&a identitaria de las nuevas naciones, es decir, deseaban que la autoridad idiom&tica estuviera circunscrita al pa&s. Sin embargo, fueron los 'unionistas', como en otras naciones americanas, quienes triunfaron en esta pugna ideol&gica gracias a su influencia pol&tica y cultural. Por esta raz&n, les fue posible aplicar sus ideas mediante una pol&tica ling&&stica de tipo prescriptivo apoyada de manera oficial por el Gobierno y materializada en numerosas obras (gram&ticas y diccionarios) destinadas a la correcci&n de los h&bitos idiom&ticos que iban en detrimento de la unidad y casticidad de la lengua espa&ola en Am&rica.
En su aparato ideol&gico ocupaba un lugar central la unidad del idioma, que era considerada importante porque evitar&a una indeseable fragmentaci&n dialectal de la lengua espa&ola en Hispanoam&rica, an&loga a la que hab&a experimentado el lat&n al caer el Imperio romano en el siglo V d. C. e iniciarse una era que las naciones europeas ve&an con malos ojos por su oscuridad cultural, y que los americanos no quer&an ver replicada, por lo tanto, en sus nuevas naciones. Su visi&n, por lo tanto, no pod&a circunscribir la autoridad idiom&tica a los l&mites de la naci&n: para ellos se trataba de un problema de la comunidad hispanohablante en su conjunto.
Por otra parte, la preocupaci&n por la unidad condujo f&cilmente a una gran estimaci&n de la correcci&n idiom&tica: la lengua se transform& en un ideal plat&nico (el espa&ol correcto, ejemplar, castizo) sobre cuyo trasfondo eran evaluadas las conductas idiom&ticas de los individuos. Las &nicas formas ling&&sticas que adquieren legitimidad, en este trasfondo, son las 'correctas', es decir, las que se ajustan al modelo plat&nico de lengua, y se entiende que la unidad de la lengua se conservar& solo en la medida en que la conducta idiom&tica de los miembros de la comunidad tienda hacia este ideal. El modelo de espa&ol (el 'espa&ol correcto') de los unionistas chilenos ten&a un marcado tinte peninsular. Por ejemplo, a pesar de que Bello defend&a, de palabra, las particularidades ling&&sticas americanas, pensaba, parad&jicamente, que los chilenos (y americanos) deb&an aprender a distinguir en la pronunciaci&n entre la sibilante dental y la interdental, como los espa&oles (Mor&, 2002).
El diccionario de Rodr&guez se publica cuando esta actitud favorable al espa&ol peninsular y negativa hacia lo provincial ya estaba bastante arraigada en los medios cultivados chilenos, y especialmente entre los sectores m&s conservadores. Su multifac&tico autor (1), novelista, poeta, parlamentario, abogado (no titulado), profesor y periodista, fue uno de los representantes m&s notables de la intelectualidad conservadora de la segunda mitad del siglo xix. Sin embargo, no era un conservador 'puro': su propuesta pol&tica aunaba catolicismo y liberalismo, en cuanto defend&a las libertades individuales frente al autoritarismo estatal, as& como las libertades econ&micas (Correa, 1997). El prop&sito de su 'Diccionario', seg&n el mismo lo declara, es proporcionar "un f&cil medio de evitar los errores m&s comunes que, hablando o escribiendo, se cometen en nuestro pa&s en materia de lenguaje" (Rodr&guez, (1979 [1875]): viii). Para esto, recoge aproximadamente 1100 voces, comentadas bajo la modalidad de diccionario (por orden alfab&tico), precedidas de un pr&logo en que explicita la finalidad de su obra. Por su prop&sito normativo y finalidad pedag&gica, puede considerarse que representa fielmente el clima de opini&n de la lexicograf&a precient&fica chilena (Matus, 1994), y, sin duda, por su car&cter pionero, fue muy influyente en las reflexiones del lenguaje que vendr&an en las d&cadas siguientes. Para mostrarlo, basta con citar la publicaci&n de varios trabajos posteriores dedicados &nicamente a discutir su contenido: Blanco (1875), Paulsen (1876) y Solar (1876). Al momento de su muerte, Rodr&guez se encontraba preparando una segunda edici&n del 'Diccionario', cuyos borradores probablemente se perdieron en un incendio en su casa de Valpara&so (Castillo, 1995).
Rojas (2010), siguiendo la visi&n pragm&tico-discursiva del diccionario de Lara (1997), se&ala que los diccionarios de provincialismos chilenos, como muchos otros publicados en Hispanoam&rica en las d&cadas anteriores (Haensch, 2000), serv&an como veh&culo discursivo para la evaluaci&n de usos ling&&sticos provinciales con miras a su incorporaci&n al espa&ol est&ndar, y no meramente para informar acerca del significado de las palabras, como sucede en el caso de los diccionarios monoling&es. Es decir, los diccionarios de provincialismos eran herramientas de estandarizaci&n ling&&stica. En cuanto obras normativas, pretend&an corregir las (supuestas) incorrecciones del espa&ol chileno y americano, determinadas por su grado de diferencia respecto del espa&ol codificado en las obras acad&micas, de marcado tinte peninsular.
De acuerdo con la propuesta de Rojas (2010), la evaluaci&n, en estos diccionarios, afecta a un uso ling&&stico putativamente incorrecto (por ejemplo, porque es un provincialismo o porque otros autores anteriores lo han se&alado), car&cter respecto del cual se hacen 'comprobaciones' o 'refutaciones'. Si el autor considera haber comprobado su incorrecci&n, mediante una argumentaci&n o de manera impl&cita, se&ala cu&l ser&a el equivalente correcto. Cuando refuta la incorrecci&n, se ocupa de se&alar cu&les son las razones que fundamentan su refutaci&n. De este modo, el art&culo lexicogr&fico de un diccionario de provincialismos t&picamente adopta la configuraci&n del Esquema 1, que expresa su estructura informativa:
Cuadro 1. Forma esquem&tica del art&culo lexicogr&fico como acto directivo (Rojas, 2010).
El espacio discursivo de la evaluaci&n es fundamental para nuestro estudio, porque es all& donde Rodr&guez suele desarrollar un amplio aparato argumentativo que revela sus creencias normativas acerca de la lengua, y que permite, por tanto, acceder a su ideolog&a ling&&stica. En cuanto espacio en que se desarrolla la argumentaci&n, adem&s, es en &l donde se desarrolla el debate ling&&stico-ideol&gico del que habla Blommaert (1999).
Para abordar el an&lisis de estas creencias, tal como se manifiestan en estas argumentaciones, emplearemos el modelo de an&lisis del discurso argumentativo Toulmin (2007), que explicaremos someramente a continuaci&n.
1.3. La estructura de la argumentaci&n seg&n Toulmin
Desde la l&gica aplicada, Toulmin propuso en 1958 que el uso argumentativo del lenguaje se produce cuando las emisiones ling&&sticas tienen &xito o fracasan a partir de su apoyo en sucesivos argumentos o pruebas. Por tanto, en su concepci&n, la argumentaci&n refiere a la actividad de "plantear pretensiones, someterlas a debate, producir razones para respaldarlas, criticar esas razones y refutar esas cr&ticas, etc." (Marafioti, 2005: 14). Para Toulmin (2007), los argumentos racionales, en general, deben analizarse de acuerdo con una serie compleja de categor&as, a las cuales denomina 'conclusi&n' (C), 'datos' (D), 'garant&a' (G), 'modalizadores' (M), 'condiciones de refutaci&n' (E) y 'respaldo' (R).
La conclusi&n corresponde a la aseveraci&n realizada por un hablante, con la cual se ha comprometido. Los datos son aquellos hechos de que el hablante dispone para apoyar o justificar su aseveraci&n, present&ndolos como la base sobre
es decir, son elementos justificatorios. Las garant&as, por su parte, son aquellas reglas, principios, enunciados, etc., de car&cter hipot&tico y general, que sirven de fundamento para formular la inferencia que permitir& el encadenamiento de los datos con la conclusi&n. Tanto los modalizadores como las restricciones o condiciones de refutaci&n suponen un comentario impl&cito a la importancia de la garant&a: los primeros indican la fuerza conferida por la garant&a en el paso adoptado, mientras que las segundas apuntan las circunstancias en que la autoridad general de la garant&a ha de dejarse a un lado. Finalmente, el respaldo o soporte corresponde a aquellas certezas sin las cuales las propias garant&as carecer&an de autoridad o vigencia, por lo que funcionan como fundamento de aquellas.
En nuestro an&lisis, solo consideramos los elementos C, D y G, es decir, las conclusiones, los datos y las garant&as. Tomaremos estas &ltimas como reveladoras de las creencias normativas que articulan la ideolog&a ling&&stica de Rodr&guez.
2. Metodolog&a
Nuestra investigaci&n tiene un alcance descriptivo y un enfoque cualitativo. Analizamos una muestra de 200 entradas lexicogr&ficas en que se desarrolla discurso argumentativo, seleccionadas mediante muestreo intencionado de entre las aproximadamente 1100 monograf&as que componen el total de la obra analizada (recu&rdese que no todas ellas contienen discurso argumentativo, de modo que nuestro universo de muestreo es menor). Las entradas se encuentran repartidas entre todos los segmentos alfab&ticos del diccionario. Las entradas analizadas se listan en el Anexo.
En nuestro an&lisis, primero identificamos el tipo de evaluaci&n que se realizaba en cada art&culo ('comprobaci&n' o 'refutaci&n'). Luego, identificamos la conclusi&n, relacionada directamente con el tipo de evaluaci&n: una comprobaci&n corresponde a la conclusi&n impl&cita 'Esta palabra es incorrecta / No debe usarse esta palabra', y una refutaci&n a 'Esta palabra es correcta / Puede usarse esta palabra' (Rojas, 2010). A veces hay elementos expl&citos que permiten identificar f&cilmente la conclusi&n, pero en buena parte de los art&culos del diccionario el autor, en apariencia, se limita a describir el significado de un t&rmino. Sin embargo, en estos casos aplicamos el siguiente razonamiento. Rojas (2010) se&ala que las comprobaciones son m&s frecuentes que las refutaciones, y por lo tanto se encuentran m&s propensas a sufrir condensaci&n textual (por econom&a de espacio). Esto se debe, a su vez, a que el macroprop&sito comunicativo del texto, declarado abiertamente en sus secciones preliminares, es listar provincialismos chilenos para censurar su uso. Entonces, asumimos que, si el autor simplemente 'muestra' un provincialismo chileno, el lector competente de la &poca interpretar&a que este uso debe evitarse (v&anse ejemplos en la nota 14 de Rojas, 2010).
A continuaci&n, identificamos el dato y la garant&a del argumento de cada art&culo lexicogr&fico. Clasificamos los datos de acuerdo con clases que agrupaban datos similares en los art&culos analizados. Finalmente, a partir de estas clases de datos, identificamos las garant&as asociadas a ellas.
El foco de nuestro an&lisis fue identificar clases de datos, con el fin de llegar a un nivel de generalidad suficiente como para llegar a inferir cu&les eran las garant&as.
3. Presentaci&n y an&lisis de resultados
Rodr&guez recurre a cinco clases de datos en las comprobaciones y cuatro en las refutaciones, que presentamos esquem&ticamente en la :
Tabla 1. Clases de datos en comprobaciones y refutaciones.
Comprobaciones: “…Es censurable porque…
1. “… est& asociado principalmente al vulgo”
2. “… el DRAE ya registra otro t&rmino equivalente que no es provincialismo”
3. “… no ha sido usado por autores literarios espa&oles”
4. “… es un extranjerismo sustituible por un t&rmino castizo”
5. “… es ajeno a las reglas gramaticales del idioma”
Refutaciones: “…Es aceptable porque…
1. “… lo registra el DRAE y en realidad no es provincial”
2. “… lo usan autoridades literarias (espa&olas o americanas)”
3. “… satisface una necesidad denominativa”
4. “… se ajusta a las reglas gramaticales del idioma”
A continuaci&n, explicaremos e ilustraremos con un ejemplo cada una de estas clases de datos y, en la discusi&n, intentaremos develar las garant&as que les subyacen, las que, como se&alamos al principio, reflejan las creencias ling&&sticas normativas que propugna el autor del diccionario para el espa&ol de fines de siglo XIX. En adelante, escribiremos los enunciados que reflejan estas clases de datos en versalitas y las garant&as en versalitas y negritas.
3.1. Clases de datos en las comprobaciones
3.1.1. Es censurable porque est& asociado principalmente al vulgo
En primer lugar, Rodr&guez censura los usos ling&&sticos provinciales propios del 'vulgo'en el espa&ol de Chile de fines de siglo XIX. Para el autor, el vulgo lo constituye aquella parte de la sociedad chilena que tiene escasa o nula instrucci&n formal. Por ejemplo, en la entrada de 'contra', Rodr&guez concluye impl&citamente que el uso de 'contra' por 'ant&doto' es censurable. Para justificar su aseveraci&n, se&ala como dato que este es un uso propio del vulgo chileno, que practica esta 'mala costumbre' idiom&tica, al igual que, aparentemente, el vulgo colombiano. Como respaldo de esta &ltima parte del dato (el uso provincial colombiano), cita un ejemplo del vocabulario de la novela Mar&a de Jorge Isaacs (1867). Sin embargo, no aporta respaldo de que lo usa el vulgo chileno, con lo cual se entiende que se basa en su propio conocimiento de la realidad idiom&tica chilena.
Cabe mencionar que Rodr&guez no se refiere a que estos usos sean exclusivos del vulgo, sino a que se oyen principalmente en boca de este sector de la poblaci&n, a pesar de que se pueden o&r a veces tambi&n entre gente educada. Se trata, entonces, de una cuesti&n de uso preferente entre ciertos estratos, y no de diferencias absolutas. Por ejemplo, en la monograf&a sobre 'mono' se&ala que este t&rmino se usa "entre la jente zafia, aunque lo usa tambien la jente culta, pero no es para &sta tan socorrida voz como para aqu&lla" (Rodr&guez, 1979 [1875]: 321).
3.1.2. Es censurable porque el drae ya registra otro t&rmino equivalente que no es provincialismo
En segundo lugar, Rodr&guez cita como argumento de autoridad al Diccionario de la Real Academia Espa&ola (1869), con el objetivo de censurar el uso de un determinado provincialismo y recomendar su sustituci&n por un equivalente de uso registrado en dicho repertorio. Lo anterior se refleja fielmente en el comentario que el autor hace de 'coscacho'. En esta entrada, Rodr&guez presenta como conclusi&n impl&cita que se trata de un uso censurable en el sentido de "golpe que se d& en la cabeza, que no saca sangre i duele" (Rodr&guez, 1979 [1875]: 123). El dato es que, para nombrar este concepto, el Diccionario de la Real Academia Espa&ola registra el equivalente 'coscorr&n'. Junto con esto, agrega el dato de que el uso de 'coscacho' significando 'coscorr&n' es exclusivo de Chile y Bolivia, o sea, es un provincialismo. La conclusi&n impl&cita se reafirma cuando dice "&Por qu& lo llamamos nosotros 'coscacho'? Aver&g&elo Vargas!" (Rodr&guez, 1979 [1875]: 123), frase con la cual deja el uso provincial y ajeno a la norma acad&mica en el &mbito de lo irracional e inexplicable.
3.1.3. Es censurable porque no ha sido usado por autores literarios espa&oles
En tercer lugar, Rodr&guez afirma que determinados provincialismos utilizados en el espa&ol chileno son censurables por no haber sido utilizados por los autores literarios espa&oles. Tal es el caso de 'con eso', monograf&a en la cual Rodr&guez se&ala como conclusi&n impl&cita que el uso de esta locuci&n es censurable bas&ndose en el dato de que no recuerda haberla visto usada por los autores literarios espa&oles como equivalente de 'a fin de que' o 'con el objeto de que', como es 'tan corriente en Chile' (aporta dos ejemplos chilenos). La creencia normativa que se encuentra tras esta monograf&a implica que el uso que hacen los autores espa&oles de la lengua castellana es autorizado y correcto, entendiendo por autorizado aquel uso que se encuentra documentado en la literatura espa&ola, y que es correcto en la medida en que responde a un uso cultivado y culto de la lengua castellana. Cabe comentar que cuando Rodr&guez habla de 'los autores espa&oles', se refiere a un determinado c&rculo de escritores que cita en su diccionario, y que son parte de sus lecturas personales. Entre ellos se encuentran Fernando de Rojas, Francisco de Quevedo, Luis Mariano de Larra, Fray Luis de Granada, Leandro Fern&ndez de Morat&n, Don Juan Manuel, Miguel de Cervantes, Pedro Calder&n de la Barca y Tirso de Molina, entre otros.
3.1.4. Es censurable porque es un extranjerismo sustituible por un t&rmino castizo
En cuarto lugar, Rodr&guez censura el uso de extranjerismos que poseen equivalentes de uso en la lengua castellana. Tal es el caso de 'pasable', monograf&a en la cual el autor se limita a citar, a manera de dato, la opini&n de dos autoridades americanas en materia idiom&tica: Rufino Jos& Cuervo ("que tiene mui buenas narices") y Rafael Mar&a Baralt ("que no se anda con chicas"), para censurar el uso de esta unidad l&xica. Dichos autores han censurado previamente en sus obras normativas el uso de 'pasable' en la lengua espa&ola hablada en Am&rica, por ser un extranjerismo de estirpe francesa ("solo lo emplean los mas desaforados galiparlistas", en palabras de Baralt), y han recomendado su sustituci&n por el equivalente castizo 'pasadero'. Los datos anteriores sirven de justificaci&n a Rodr&guez para aseverar que el uso de 'pasable' con el mismo significado que 'pasadero', 'no merece ser absuelto' de su erradicaci&n del uso chileno. Resulta interesante c&mo el autor a trav&s de dos argumentos de autoridad como lo son la cita a Rufino Jos& Cuervo y Rafael Mar&a Baralt, logra entregar mayor fuerza a su aseveraci&n, dejando de lado toda explicaci&n adicional.
3.1.5. Es censurable porque es ajeno a las reglas gramaticales del idioma
En quinto lugar, Rodr&guez va a censurar provincialismos que atenten contra las reglas y preceptos de la gram&tica. En el pr&logo de su obra, Rodr&guez alude al modo en que este entiende la gram&tica: "el arte de hablar y escribir correctamente el espa&ol" (1979 [1875]: vii). Sabemos tambi&n, a partir del pr&logo de su obra y de las fuentes que menciona en diversas entradas, que las gram&ticas utilizadas por el autor fueron la de Bello, la de la Real Academia Espa&ola, la de Vicente Salv& y la de Jos& Ram&n Saavedra. Lo anterior se puede apreciar en la monograf&a de 'paquete', donde se censura la construcci&n 'mui paquete'. Para Rodr&guez, el uso de esta estructura con el significado de 'peripuesto' es una falta a los preceptos consignados en la Gram&tica de la Real Academia Espa&ola, puesto que, seg&n dicha obra, esta unidad l&xica corresponde categorialmente a un sustantivo, y en Chile es utilizada incorrectamente como adjetivo. Junto con esto, alude a la transgresi&n al Diccionario acad&mico que esto conlleva, puesto que all& la unidad l&xica se registra como sustantivo, tal como debe utilizarse. Finalmente, destaca que corresponde a un uso exclusivo y propio de Chile.
3.2. Clases de datos en las refutaciones
3.2.1. Es aceptable porque lo registra el DRAE y en realidad no es provincial
En primer lugar, Rodr&guez se&ala que ciertos usos considerados como provincialismos, no son tales si es que ellos se encuentran registrados en el Diccionario de la Real Academia Espa&ola (1869) sin la marca de provincial. Tal es el caso de la entrada 'Pancho', en donde Rodr&guez concluye que este hipocor&stico no merece ser calificado de provincialismo (es aceptable, por lo tanto), de acuerdo con el dato de que "viene [&] sin la nota de provincial en el Diccionario de la Academia" (Rodr&guez, 1979 [1875]: 345). Adem&s de este dato, Rodr&guez afirma que Salv& ha declarado que 'Pancho' es un provincialismo de origen cubano, pero esta fuente pierde relevancia frente a la autoridad idiom&tica del Diccionario acad&mico.
3.2.2. Es aceptable porque lo usan autoridades literarias (espa&Nolas o americanas)
En segundo lugar, Rodr&guez afirma que un uso supuestamente provincial no lo es en la medida en que este sea utilizado por autores literarios de la lengua castellana, sean peninsulares o americanos. En el caso de 'pensamiento', Rodr&guez concluye que es un uso aceptable por no ser un provincialismo, puesto que, aunque no se encuentre registrado en el Diccionario de la Academia con el significado que se le da en Chile (equivalente de 'trinitaria'), cuenta con el dato de que es utilizado por importantes representantes de la literatura espa&ola y, por tanto, representantes del uso culto y correcto de la lengua espa&ola, sean estos escritores de origen americano o peninsular. Aporta como respaldos para este dato citas de la poetisa colombiana Agripina Samper de Anc&zar y del poeta venezolano Jos& Heriberto Garc&a de Quevedo. Cabe se&alar que, en este caso, el argumento de autoridad del Diccionario acad&mico queda desplazado por el argumento de autoridad relativo al uso de los escritores literarios. Sin embargo, a&ade una referencia al Diccionario Nacional o gran diccionario cl&sico de la lengua espa&ola (7), del espa&ol Ram&n Joaqu&n Dom&nguez, que registra este uso sin marca provincial.
3.2.3. Es aceptable porque satisface una necesidad denominativa
En tercer lugar, Rodr&guez tolera la existencia de provincialismos en la lengua est&ndar nacional si estos aluden a un referente o concepto para cuya denominaci&n la lengua castellana no posee ning&n equivalente exacto. Lo anterior se refleja claramente en la entrada de 'pirca', pr&stamo que "en quichua i araucano significa 'pared'" (Rodr&guez, 1979 [1875]: 378). En Chile, 'pirca' se utiliza para aludir a la pared que se construye poniendo piedras brutas unas sobre otras, sin unirlas con nada o haci&ndolo con barro, y que generalmente tienen un metro o metro y medio de altura. El dato que sirve a Rodr&guez para concluir que es un uso aceptable consiste en que existe una laguna denominativa en la lengua castellana con respecto a este referente, ya que para llamar a este tipo espec&fico de pared no existe otro equivalente exacto. Consecuentemente, un provincialismo que satisfaga dicho vac&o, como 'pirca', ser& considerado por el autor como una 'voz &til', pues su adici&n al caudal l&xico espa&ol responde a una necesidad denominativa.
3.2.4. Es aceptable porque se ajusta a las reglas gramaticales del idioma
En cuarto lugar, Rodr&guez acepta en la lengua est&ndar nacional los provincialismos que surgieron a partir de las reglas de derivaci&n de la lengua castellana, o que se adec&an a ella, tal como estas se explican en las gram&ticas de la lengua espa&ola conocidas. Tal es el caso de la entrada 'papa, papal, papero', en que se comenta el uso de estos provincialismos, de los cuales comentaremos solo 'papal'. La conclusi&n de Rodr&guez es que es aceptable llamar 'papal' al sitio sembrado de papas a pesar de que esta palabra no se encuentre registrada en el Diccionario acad&mico. El dato consiste en que 'papal' es una palabra de formaci&n irreprochable, tal como Vicente Salv& en su Gram&tica ha se&alado acerca de las palabras terminadas en '-al' para nombres colectivos, y J. G&mez Hermosilla en su Arte de hablar en prosa i verso. De acuerdo con el respaldo de estas autoridades, 'papal' corresponde a las reglas de la analog&a de la lengua espa&ola, o, en palabras de G&mez Hermosilla, al 'genio' del idioma. Por otro lado, no menos importante, para Rodr&guez, es que la palabra base del derivado, 'papa', tenga amplio uso en Am&rica.
3.3. Discusi&n: Datos, garant&as y creencias normativas
Debemos destacar que las condiciones de aceptabilidad identificadas no sirven para Rodr&guez como criterios normativos de manera aislada, sino que funcionan de manera concurrente. Es decir, no siempre es suficiente que un t&rmino, por ejemplo, posea una caracter&stica que lo haga inaceptable o aceptable normativamente, sino que adem&s el autor sopesa si es que tiene otros m&ritos o defectos. Es lo que ocurre en el caso de 'chancaca', palabra que, a pesar de no estar incluida en el Diccionario acad&mico a la fecha en que escribe Rodr&guez, es considerada impl&citamente por este autor como aceptable porque tiene un uso generalizado en Am&rica, incluso entre la gente culta, se entiende. Sin embargo, esto no anula la condici&n de que, en principio, son mejores las palabras que est&n incluidas en el Diccionario. Lo que se deduce de las palabras del autor es que en alg&n momento, piensa &l, dicho vocablo tendr& que registrarse en el repertorio l&xico oficial.
Algunas de las clases de datos que identificamos y analizamos por separado para las comprobaciones y las refutaciones corresponden a una sola creencia/garant&a, pues varias de ellas muestran nada m&s que sus facetas positiva y negativa en los distintos tipos de evaluaci&n. La clase 2 de las comprobaciones, Es censurable porque el drae ya registra otro t&rmino equivalente que no es provincialismo, encuentra su contraparte en la clase 3 de las refutaciones, Es aceptable porque satisface una necesidad denominativa. Estos patrones reflejan una sola creencia/garant&a, que puede formularse del siguiente modo: Los usos provinciales son aceptables solo si sirven para denominar algo que no tenga ya un nombre registrado por el drae. Por otra parte, la clase 3 de las comprobaciones, Es censurable porque no ha sido usado por autores literarios espa&oles y la clase 2 de las refutaciones, Es aceptable porque lo usan autoridades literarias (espa&olas o americanas), se pueden resumir en la creencia/garant&a Los usos empleados por escritores prestigiosos de habla hispana siempre son leg&timos. Finalmente, la clase 5 de las comprobaciones, Es censurable porque es ajeno a las reglas gramaticales del idioma y la categor&a 4 de las refutaciones, Es aceptable porque se ajusta a las reglas gramaticales del idioma, son dos caras de la garant&a El uso leg&timo se ajusta a las reglas gramaticales, seg&n estas se encuentran codificadas en las obras acad&micas.
Dos de estas garant&as reflejan el papel central que ha ocupado y ocupa hasta hoy la Real Academia Espa&ola en la codificaci&n del espa&ol. Como consecuencia de la autoridad concedida oficialmente a esta instituci&n desde su creaci&n en el siglo XVIII (Lara, 2009b), se ha transformado en el principal agente estandarizador del idioma, tanto en Espa&a como en Am&rica. Por esta raz&n, sus obras codificadoras, Diccionario, Gram&tica y Ortograf&a, se erigen como encarnaciones de la lengua misma y, consecuentemente, como obras de autoridad indiscutida. Esta actitud hacia las obras acad&micas se refleja muy claramente, por ejemplo, en la idea de que el espa&ol leg&timo es el que se encuentra registrado en el Diccionario de la Real Academia Espa&ola. En la &poca, el Diccionario de la Academia constitu&a el referente de m&xima autoridad en asuntos de ejemplaridad idiom&tica en el mundo hispanohablante, ya que se pensaba que en &l se registraba la lengua castellana originaria, primera, castiza, y correcta, de acuerdo con como hab&a sido utilizada por los grandes autores de la literatura espa&ola del Siglo de Oro. Esta concepci&n del Diccionario acad&mico es sin duda herencia del simbolismo que pose&a para la lengua espa&ola el Diccionario de autoridades (Real Academia Espa&ola, 9), el cual ten&a como objeto fijar la lengua espa&ola correcta documentando todos los usos l&xicos de la lengua literaria, posicionando, por tanto, al uso literario como norma y ejemplo (Ruhstaller, 2003). Esto concuerda, por otra parte, con el valor simb&lico que el diccionario monoling&e ha tenido en las comunidades europeas modernas desde el Renacimiento, en cuanto representante de la lengua leg&tima (Lara, 1997), o, como plantea Seargeant (2011), en cuanto encarnaci&n del 'ideal plat&nico de diccionario' que contiene un registro autorizado y cabal del lenguaje y por tanto sirve como autoridad indiscutible para asuntos ling&&sticos.
La otra garant&a reflejada en dos clases de datos revela la importancia de la literatura en la estandarizaci&n del espa&ol. Su importancia se debe a que en dicho proceso los hispanohablantes, desde el Renacimiento, siguieron como modelo a los romanos, quienes a su vez hab&an continuado la tradici&n hel&nica de poner a la literatura como centro del cultivo planificado de la lengua (Clackson & Horrocks, 2007). A partir de la argumentaci&n de Dante en De vulgari eloquentia, seg&n la cual las lenguas vulgares europeas deb&an seguir el modelo de los cl&sicos para obtener el nivel requerido por una lengua asociada a un Imperio o Estado, se consider& que la &nica variedad digna de ser sometida al arte que asegurar&a su perpetuidad era la lengua literaria, la que servir&a adem&s en el futuro como instrumento de celebraci&n de la gloria de las nuevas entidades pol&ticas (Lara, 1997). Es esta idea, como ya hemos dicho, lo que sustenta la codificaci&n lexicogr&fica del espa&ol: las autoridadesdel Diccionario de autoridades son los autores literarios, convertidos en tales sobre la base del concepto latino de la auctoritas. La importancia de la literatura est& presente tambi&n con mucha fuerza en el diccionario de Rodr& de hecho, la mayor&a de las citas que Rodr&guez usa para autorizar o desligitimar usos provinciales son de escritores. Esto concuerda, adem&s, con el papel principal que ocupa la literatura en las ideas ling&&sticas de otros intelectuales influyentes en el Chile decimon&nico, como Bello o Lastarria (Gallardo, 1988; Torrej&n, 1989).
Solo tres clases de datos tienen relaci&n un&voca con una garant&a. La clase 1 de las comprobaciones, Es censurable porque est& asociado principalmente al vulgo, refleja una idea elitista del uso aceptable, que tiene antecedentes en la idea de Andr&s Bello de que el habla mod&lica es el de las personas educadas (Bello, 1847) y tiene sentido en el marco de la ideolog&a racionalista de la &poca independentista, en que la educaci&n era un valor que se ten&a en alta estima, por lo cual la calidad de los hechos idiom&ticos no pod&a medirse con la vara del uso de las personas que carec&an de ella. Podr&a aventurarse que de alg&n modo se relaciona, como contraparte, con la garant&a que se&ala que el uso de los autores literarios siempre es leg&timo, si se entiende que los escritores representan un grado m&ximo de educaci&n. La clase 4 de las comprobaciones, Es censurable porque es un extranjerismo sustituible por un t&rmino castizo, por su parte, responde al esp&ritu purista que impregnaba la ideolog&a ling&&stica hisp&nica desde hace un par de siglos atr&s (y de la mayor&a de
Brunstad, 2003), mediante el rechazo de los elementos ling&&sticos extranjeros, especialmente franceses, en el siglo xix. Por &ltimo, la clase 1 de las refutaciones, Es aceptable porque lo registra el drae y en realidad no es provincial, tiene car&cter m&s bien t&cnico (o metodol&gico): se trata de que quien propuso originalmente que el uso comentado era incorrecto cometi& un error al levantar sus datos. Sin embargo, refleja una garant&a de orden m&s general, que se&ala que los usos provinciales son censurables si no cumplen con otros requisitos, como los que se se&alan en las dem&s garant&as. Rodr&guez (Rodr&guez, 1979 [1875]: 230), de hecho, llega a plantear abiertamente este criterio: "& la jente educada no debe hacer uso de provincialismos, sino en casos mui bien justificados". Esta misma idea es la que atraviesa, como dijimos, al g&nero completo de los diccionarios de provincialismos.
En resumen, las creencias ling&&sticas normativas que subyacen, a modo de garant&as, a la argumentaci&n de Rodr&guez en su Diccionario son las siguientes:
1. Necesidad denominativa: Los usos provinciales son aceptables solo si sirven para denominar algo que no tenga ya un nombre registrado por el drae.
2. Autoridad literaria: Los usos empleados por escritores prestigiosos de habla hispana siempre son leg&timos.
3. Educaci&n: El uso leg&timo es el de las personas educadas.
4. Ajuste a reglas gramaticales codificadas: El uso leg&timo se ajusta a las reglas gramaticales, seg&n estas se encuentran codificadas en las obras acad&micas.
5. Diccionario: Los usos leg&timos son los registrados en el Diccionario acad&mico.
6. Purismo: Los usos ling&&sticos de origen extranjero (especialmente los franceses) no son aceptables.
7. Antiprovincialismo: Los usos provinciales, en principio (es decir, si no cumplen alguna de las caracter&sticas anteriores), son inapropiados.
CONCLUSIONES
En el presente estudio nos propusimos observar cu&les eran, en el Chile de fines del siglo XIX, las creencias que funcionaban como criterios normativos en la estandarizaci&n ling&&stica a trav&s del discurso argumentativo contenido en el g&nero lexicogr&fico de los diccionarios de provincialismos, tal como se encuentran representadas en la obra de Rodr&guez (1979 [1875]). El modelo de an&lisis argumentativo de Toulmin (2007) mostr& ser &til para develar siete de estas creencias o criterios. Estas creencias muestran un modelo ideal de lengua espa&ola de acuerdo con el cual esta lengua ya hab&a alcanzado un grado alto y m&s que suficiente de estandarizaci&n y, por tanto, deb&a estar cerrada a las innovaciones o pr&stamos innecesarios (como puede apreciarse en las creencias que etiquetamos como 'necesidad denominativa', 'ajuste a reglas gramaticales codificadas', 'diccionario' y 'purismo', que muestran adem&s el papel central que la Real Academia Espa&ola ha tenido en esta estandarizaci&n), adem&s de ser geogr&ficamente homog&nea ('antiprovincialismo') y cuya calidad se entend&a sobre el trasfondo de la literatura ('autoridad literaria') y fundamentada en el grado de educaci&n de sus usuarios ('educaci&n').
Esta visi&n de la lengua es congruente con la ideolog&a monogl&sica (es decir, contraria a la diversidad ling&&stica y al multiling&ismo) y purista que ha caracterizado a la cultura ling&&stica hisp&nica durante los &ltimos siglos (Del Valle & Gabriel-Stheeman, 2002), en particular la propugnada por las Academias de la Lengua Espa&ola, y que es especialmente compatible con la ideolog&a ling&&stica de los unionistas chilenos, quienes tomaban como modelo idiom&tico, para la constituci&n de la lengua est&ndar nacional, la variedad peninsular metropolitana, codificada en las obras acad&micas (Diccionario y Gram&tica de la Real Academia Espa&ola) y manifestada principalmente en el uso de los escritores castellanos. Los unionistas, adem&s, ten&an una concepci&n racionalista del proceso de estandarizaci&n ling&&stica (Geeraerts, 2006) en el sentido de que conceb&an que era necesario mantener la lengua espa&ola unida y homog&nea e instrumentalizarla en la 'difusi&n de las luces', tal como lo hab&an hecho los revolucionarios franceses en su propio contexto ling&&stico (Wright, 2011). La actitud ling&&stica basada en este elemento ideacional eval&a favorablemente la variedad codificada en las obras acad&micas (Diccionario y Gram&tica de la Real Academia Espa&ola) mientras que eval&a negativamente el elemento provincial, al que se le exige cumplir con ciertos requisitos para llegar a ser considerado admisible.
Para finalizar, deseamos llamar la atenci&n sobre el inter&s que tendr&a comparar en investigaciones futuras las ideas de Rodr&guez con las que otros autores de gram&ticas y diccionarios manifiestan durante la &poca en Chile, con el fin de identificar convergencias y divergencias. Igualmente, queremos destacar la pertinencia de estudiar c&mo estas normas, criterios y creencias se proyectaban en una direcci&n argumentativa de car&cter dial&gico, en lo que Andersen (2009) denomina 'negociaci&n de normas ling&&sticas'. Este mecanismo podr&a estudiarse, por ejemplo, mediante el examen del tejido intertextual que la obra de Rodr&guez establece con sus propias fuentes y con comentaristas como Solar (1876) y Paulsen (1876), as& como diccionaristas posteriores. El an&lisis de la negociaci&n de normas ling&&sticas en el Chile del siglo xix permitir&a apreciar el proceso de estandarizaci&n y los criterios normativos de una manera din&mica y emergente.
	 &&&&&&Financiado por Programa U-APOYA L&nea 2: Concurso de Proyectos de Investigaci&n en Ciencias Sociales, Humanidades, Artes y Educaci&n VID 2011; c&digo SOC U-SOC-11/12; Universidad de Chile.
		 &&&&&& Esta y todas las dem&s citas de obras en ingl&s han sido traducidas al espa&ol por los autores del presente art&culo.
		 &&&&&& Agradecemos las pertinentes sugerencias y comentarios de dos evaluadores an&nimos, quienes contribuyeron a mejorar sustancialmente la calidad de este trabajo.
	 	 &&&&&&Usamos 'monograf&a' como equivalente de 'art&culo lexicogr&fico', de acuerdo con la terminolog&a metalexicogr&fica de la Escuela de Ausburgo (Mart&nez de Sousa, 1995: s. v. monograf&a).
REFERENCIAS BIBLIOGR&AFICAS
Albarrac&n, D., Zanna, M. P., Johnson, B. T. & Kumkale, G. T. (2005). Attitudes: Introduction and scope. En D. Albarrac&n, B. T. Johnson & M. P. Zanna (Eds.), The Handbook of Attitudes (pp. 3-19). Mahwah/Londres: Lawrence Erlbaum.
&&&&&&&&[  ]
Andersen, H. (2009). Living norms. En I. Lunde & M. Paulsen (Eds.), Poets to Padonki: Linguistic Authority & Norm Negotiation in Modern Russian Culture (pp. 18-33). Bergen: Universidad de Bergen.
&&&&&&&&[  ]
Becerra, Y., Castro, V. & Garrido, C. (2007). Tres repertorios l&xicos diferenciales del espa&ol de Chile en el siglo xix. Un estudio metalexicogr&fico. Tesis de licenciatura, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
&&&&&&&&[  ]
Bello, A. (1847). Gram&tica de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Santiago: Imprenta del Progreso.
&&&&&&&&[  ]
Bizer, G. (2004). Attitudes. En Ch. Spielberger (Ed.), Encyclopedia of Applied Psychology (pp. 245-249). Londres: Elsevier Academic Press.
&&&&&&&&[  ]
Blanco, M. (1875). Cartas de Don Manuel Blanco Cuart&n a don Zorobabel Rodr&guez sobre Chilenismos. Santiago: El Mercurio.
&&&&&&&&[  ]
Blommaert, J. (1999). The debate is open. En J. Blommaert (Ed.), Language Ideological Debates (pp. 1-38). Berl&n/Nueva York: Mouton de Gruyter.
&&&&&&&&[  ]
Brunstad, E. (2003). Standard language and linguistic purismi. Sociolinguistica, 17, 52-70.
&&&&&&&&[  ]
Castillo, N. (1995). El primer diccionario de chilenismos: Aproximaci&n metalexicogr&fica. Tesis de licenciatura, Pontificia Universidad Cat&lica de Chile, Santiago, Chile.
&&&&&&&&[  ]
Ch&vez, S. (2009). Diccionarios del espa&ol de Chile en su fase precient&fica: Un estudio metalexicogr&fico. Tesis de mag&ster, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
&&&&&&&&[  ]
Ch&vez, S. (2010). Ideas ling&&sticas en pr&logos de diccionarios diferenciales del espa&ol de Chile. Etapa 8. Bolet&n de Filolog&a, XLV(2), 49-69.
&&&&&&&&[  ]
Clackson, J. & Horrocks, G. (2007). The Blackwell History of the Latin Language. Malden: Blackwell.
&&&&&&&&[  ]
Coleman, J. & Ogilvie, S. (2009). Forensic Dictionary Analysis: Principles and practice. International Journal of Lexicography, 22(1), 1-22.
&&&&&&&&[  ]
Correa, S. (1997). Zorobabel Rodr&guez, cat&lico liberal. Estudios P&blicos, 66, 387-426.
&&&&&&&&[  ]
Coupland, N. & Jaworski, A. (2004). Sociolinguistic perspectives on metalanguage: Reflexivity, evaluation and ideology. En N. Coupland, A. Jaworski & D. Galasinski (Eds.), Metalanguage: Social and Ideological Perspectives (pp. 15-51). Berl&n: Mouton de Gruyter.
&&&&&&&&[  ]
De los Heros, S. (2012). Utop&a y realidad. Nociones sobre el est&ndar ling&&stico en la esfera intelectual y educativa peruana. Madrid: Iberoamericana.
&&&&&&&&[  ]
Del Valle, J. & Gabriel-Stheeman, L. (2002). Nationalism, hispanismo and monoglossic culture. En J. del Valle & L. Gabriel-Stheeman (Eds.), The Battle over Spanish between 1800 and 2000. Language ideologies and Hispanic intellectuals (pp. 1-13). Londres/Nueva York: Routledge.
&&&&&&&&[  ]
Gallardo, A. (1988). Un aspecto del desarrollo de la identidad ling&&stica chilena: Jos& Victorino Lastarria y el Movimiento Literario de 1842. Revista de Ling&&stica Te&rica y Aplicada, 26, 29-40.
&&&&&&&&[  ]
Kroskrity, P. V. (2010). Language ideologies –Evolving perspectives. En J. Jaspers, J. O. &Ostman & J. Verschueren (Eds.), Society and Language Use (pp. 192-211). Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins.
&&&&&&&&[  ]
Garrett, P. (2010). Attitudes to language. Cambridge: Cambridge University Press.
&&&&&&&&[  ]
Geeraerts, D. (2006). Cultural models of linguistic standardization. En D. Geeraerts (Ed.), Words and other wonders. Papers on lexical and semantic topics (pp. 272-306). Berl&n/Nueva York: Mouton de Gruyter.
&&&&&&&&[  ]
Haensch, G. (2000). Introducci&n. En Textos cl&sicos para la historia de la lexicograf&a del espa&ol en Am&rica [CD-ROM]. Versi&n 1.1. Madrid: Fundaci&n Hist&rica Tavera/Fundaci&n MAPFRE.
&&&&&&&&[  ]
Inoue, M. (2006). Standardization. En K. Brown (Ed.), Encyclopedia of Language & Linguistics (pp. 121-127). Oxford: Elsevier.
&&&&&&&&[  ]
Joseph, J. E. (1987). Eloquence and power. The rise of language standards and standard sanguages. Londres: Frances Pinter.
&&&&&&&&[  ]
Lara, L. F. (1997). Teor&a del diccionario monoling&e. M&xico, D. F.: El Colegio de M&xico.
&&&&&&&&[  ]
Lara, L. F. (2009a). Por una reconstrucci&n de la idea de la lengua espa&ola. M&s all& de las fronteras instituidas. En J. del Valle (Ed.), Lengua hist&rica y normatividad (pp. 157-193). M&xico, D. F.: El Colegio de M&xico.
&&&&&&&&[  ]
Lara, L. F. (2009b). Normas ling&&sticas: Pluralidad y jerarqu&a. En L. F. Lara (Ed.), Lengua hist&rica y normatividad (pp. 47-69). M&xico, D. F.: El Colegio de M&xico.
&&&&&&&&[  ]
Maio, G. R., Olson, J. M., Bernard, M. M. & Luke, M. A. (2006). Ideologies, values, attitudes, and behavior. En J. Delamater (Ed.), Handbook of Social Psychology (pp. 283-308). Nueva York: Springer.
&&&&&&&&[  ]
Marafioti, R. (2005). Los patrones de la argumentaci&n: La argumentaci&n en los cl&sicos y en el siglo XX. Buenos Aires: Biblos.
&&&&&&&&[  ]
Mart&nez de Sousa, J. (1995). Diccionario de lexicograf&a pr&ctica. Barcelona: Biblograf.
&&&&&&&&[  ]
Matus, A. (1994). Per&odos en la lexicograf&a diferencial del espa&ol de Chile. En Actas del X Congreso de la Asociaci&n de Academias de la Lengua Espa&ola (pp. 189-199). Madrid: Real Academia Espa&ola/Espasa Calpe.
&&&&&&&&[  ]
Matus, A., Dargham, S. & Samaniego, J. L. (1992). Notas para una historia del espa&ol en Chile. En C. Hern&ndez (Coord.), Historia y presente del espa&ol de Am&rica (pp. 543-564). Valladolid: Junta de Castilla y Le&n/PABECAL.
&&&&&&&&[  ]
Metzeltin, M. (2011). La construcci&n discursiva de la Rep&blica de Chile. Bolet&n de Filolog&a, XLVI(1), 239-253.
&&&&&&&&[  ]
Mor&, B. (2002). The ideological construction of an empirical base. Selection and elaboration in Andr&s Bello's grammar. En J. del Valle & L. Gabriel-Stheeman (Eds.), The Battle over Spanish between 1800 and 2000. Language ideologies and Hispanic intellectuals (pp. 42-63). Londres/Nueva York: Routledge.
&&&&&&&&[  ]
Quesada, M. &A. (2002). El espa&ol de Am&rica: Historia de un concepto. En M. A. Quesada (Ed.), El espa&ol de Am&rica (pp. 15-39). C&rtago: Editorial Tecnol&gica de Costa Rica.
&&&&&&&&[  ]
Paulsen, F. (1876). Reparo de reparos, o sea, ligero examen de los &Reparos al "Diccionario de Chilenismos" de don Zorobabel Rodr&guez&, por don Fidelis P. del Solar. Santiago: Chile.
&&&&&&&&[  ]
Preston, D. (2011). Methods in (applied) folk linguistics. AILA Review, 24, 15-39.
&&&&&&&&[  ]
Real Academia Espa&ola (9). Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua. Madrid.
&&&&&&&&[  ]
Real Academia Espa&ola (1869). Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Espa&ola. Madrid.
&&&&&&&&[  ]
Rodr&guez, Z. (1979 [1875]). Diccionario de chilenismos. Valpara&so: EUV.
&&&&&&&&[  ]
Rojas, D. (2010). Estandarizaci&n ling&&stica y pragm&tica del diccionario: Forma y funci&n de los "diccionarios de provincialismos" chilenos. Bolet&n de Filolog&a, XLV(1), 209-233.
&&&&&&&&[  ]
Ruhstaller, S. (2003). Las obras lexicogr&ficas de la Academia. En M. A. Medina Guerra (Coord.), Lexicograf&a espa&ola (pp. 235-261). Barcelona: Ariel.
&&&&&&&&[  ]
Seargeant, P. (2011). Lexicography as a philosophy of language. Language Sciences, 33, 1-10.
&&&&&&&&[  ]
Solar, F. (1876). Reparos al "Diccionario de chilenismos" del se&or don Zorobabel Rodr&guez. Santiago: Chile.
&&&&&&&&[  ]
Toulmin, S. (2007). Los usos de la argumentaci&n. Barcelona: Ediciones Pen&nsula.
&&&&&&&&[  ]
Torrej&n, A. (1989). Andr&s Bello, Domingo Faustino Sarmiento y el castellano culto de Chile. Thesaurus, XLIV(3), 534-558.
&&&&&&&&[  ]
Woolard, K. A. (1998). Introduction: Language Ideology as a Field of Inquiry. En B. B. Schieffelin, K. A. Woolard & P. V. Kroskrity (Eds.), Language Ideologies. Practice and Theory (pp. 3-47). Oxford: Oxford University Press.
&&&&&&&&[  ]
Wright, S. (2011). Language and nation building in Europe. En B. Kortmann & J. van der Auwera (Eds.), The languages and linguistics of Europe: A comprehensive guide, (pp. 775-788). Berl&n/Boston: Walter de Gruyter.
&&&&&&&&[  ]
Recibido: 22-VIII-2012 / Aceptado: 7-VIII-2013
All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a

我要回帖

更多关于 命令行启动mysql 的文章

 

随机推荐